lunes, 29 de octubre de 2012


ESTAMBUL





A modo de introducción este diario comienza en el día posterior a nuestra llegada, el viaje es de Octubre 2012... 


Nuestro alojamiento en Estambul tiene un nombre tan evocador como es "Saray", en turco, 'palacio', su situación nos permite disfrutar durante el desayuno con la vista de la mezquita Beyazit que se encuentra enfrente desde la terraza superior del hotel, sin duda Beyazit Camii es el monumento imperial otomano que mejor vamos a conocer en su exterior, compartido a diario al tiempo de un café o un té turco acompañado en mi caso con unos pastelillos de Baklava.


Interior mezquita Beyazit



Día 1


Habíamos llegado el día anterior al aeropuerto internacional Atatürk de Estambul, y una vez pasados los trámites de visado, 15€ por persona a esta fecha, y control de pasaportes tomamos un taxi, para hacer el trayecto hasta nuestro hotel, y aquí en el caótico tráfico de esta ciudad es donde ya empieza el sabor de la aventura,






en este recorrido de unos 20 Km. vimos como saltarse a la torera toda la normativa de tráfico turca..., pensamos al principio que habíamos dado con un taxista algo chiflado pero después hemos comprobado que conducir así en Estambul, es la norma. Desde el mismo aeropuerto también se pueden coger metro y autobus, aunque desde luego lo más rápido es el taxi. 

En el tiempo de la tarde que nos quedaba nos encaminamos hacia el Gran Bazar que teníamos a menos de cinco minutos del hotel para comenzar así nuestro deambular por el viejo Estambul,






















dejando atrás el Gran Bazar bajamos en dirección a los muelles de Eminou y puente Galata al que llegamos cuando anochecía, por allí están amarrados los típicos barquitos donde venden bocatas de pescado a la plancha por unas pocas liras turcas,
















los bocadillos se pueden comer en el mismo muelle en unos taburetes alrededor de unas mesas bajas preparadas al efecto,






aunque para cenar nos acercamos a uno de los múltiples locales alineados a ambos lados del mismo puente por su parte inferior,




arriba el puente está repleto de pescadores que lanzan sus cañas a las aguas del Cuerno de Oro así que es corriente ver los anzuelos revolotear por la cabezas de los comensales que están abajo en primera línea y, cosa insólita, hasta un camarero vimos enganchado al anzuelo, pues nada, no haces más que llegar y ya entras en la "salsa" de un mundo de costumbres diferentes...